Poble Sec.- Para hablar de las elecciones generales españolas y entender
mi descripción como latino es definitivamente necesario leer las historias
anteriores y esta nota sobre la crisis política de Cataluña.
En los callejones de los barrios de la ciudad no solo se
leía sobre especulación inmobiliaria, también -y esto me asustó y gustó “desde
que me bajé del avión”- colgaban de los balcones de las casas muchas banderas
de Cataluña. Un símbolo de identidad y de búsqueda de independencia.
Pero ese símbolo también tenía sus diferencias. La bandera
independentista, según algunos simpatizantes de uno de los partidos nuevos en
España y que refieren a la época aterradora del siglo pasado de esa nación
durante la dictadura de Franco. De Vox, estoy hablando y lo que dicen de la
bandera es que se parece a la de Cuba, “no los colores, pero si la forma”.
Sobre los colores, también hubo opinión del antropólogo que agregó lo siguiente: “si te fijas, los colores de la bandera son el
amarillo y rojo característicos de la española, pero luego está la estrella
dentro de un fondo azul, esa facción de independentistas es más de derecha”.
Luego avanzamos un tanto entre los callejones y me detuvo apuntando a otro balcón donde colgaba otra bandera muy similar y comentó “esa tiene la estrella roja sobre el fondo amarillo, eso significa que son independentistas de izquierda”.
Ambas facciones buscan aún independizarse del resto de
España. Y en Cataluña tienen a sus partidos que les representan a partir del
tipo de corriente. Pero a nivel general y en estas elecciones iban repartir
sus votos en las opciones políticas que les permitieran llegar a acuerdos.
Por tanto, los partidos que llegaban a la contienda adelantada
por la destitución de Rajoy en 2018, eran: Partido Popular (PP), su candidato
Pablo Casado; Partido Socialista de los Obrero Español (PSOE) con Pedro Sánchez.
Estos dos representando a los partidos tradicionales, luego las nuevas fuerzas
políticas como Unidas Podemos (UP), una coalición de izquierda formada por
Podemos (nacido del movimiento 15M 2011-2015 en Madrid) y Equo (Partido Verde
creado en 2011), su candidato fue Pablo Iglesias; Ciudadanos (Cs), creado en
2016 en Barcelona con el fin de promover el sentimiento anti independentista
Catalán, llegaba con Albert Rivera como propuesta presidencial; y finalmente
VOX, creado a finales de 2013 con discurso de derecha extrema sobre el
movimiento en toda España de los indignados, su figura presidencial era
Santiago Abascal. Más adelante hablaré de sus discursos.
Pero estar en medio de unas elecciones así de diversas me
refería a qué al fin había vuelto a Occidente.
Los candidatos más fuertes durante los debates
presidenciales que se transmitieron a nivel nacional parecían ser Pedro Sánchez
(PSOE) y Albert Rivera (Cs), Pablo Iglesias (UP) y Pablo Casado (PP). Así, en
ese orden parecía que se daba la aprobación de los discursos también en la
calle. Lo interesante, al preguntar por qué el candidato de VOX no estaba allí,
me encontré con la respuesta de ser un personaje muy agresivo, que “promueve
discursos de odio” y que posiblemente era la razón de que los organizadores de
los debates no lo invitaran.
Al buscar información suya en internet, me bastó con
escuchar algunas palabras en sus meetings para dar la razón a aquella
suposición; es anti independentista, anti inmigración, anti feminista o anti
igualdad de género, anti aborto e incluso anti derecha moderada, llamándome la
atención el uso de palabras al referirse a ellos (PP,Cs) como: “la derechita
cobarde”.
Y claro que vi los debates presidenciales, pero como es mi
especialidad, también escuché y vi lo que había en la calle. Para el caso, me
encontré con un viejo amigo español que conocí en otro país hace unos años.
Vivió y trabajo en Suiza por varios años. Se movió, cambió su forma de pensar o
quizá, como pasa a veces, solo se volvió más conservador y se aferró a lo que
ya tenía. Cuando uno se va de su país, a veces el sentimiento de nacionalismo
crece, se vuelve un mecanismo de defensa al racismo.
Mientras caminábamos por las calles del Raval en dirección
al barrio de Gracia, mi amigo, andaluz me decía que volvió a España apenas unos
meses. En especial a Barcelona hace unas semanas.
En el trayecto, mientras veíamos unos paquistaníes peleando
entre ellos, me pide tímidamente que no
lo critique por algunas opiniones que tiene y le respondo que no se preocupe,
que estoy acostumbrado a escuchar cualquier opinión, después de todo estoy
disfrutando poder escuchar a la gente hablando idiomas que logro entender, le
dije mientras me reía.
“¿Vos sabes qué es VOX?”, me preguntó y le respondí que sí.
Luego agregó que le molestaba que la gente cuestione su discurso, “¿acaso no hay
que escuchar todas las opiniones entonces?”, “¿No es que la izquierda es más
abierta?”, “¡Son peores!”, me dijo un tanto molesto. Yo le respondí que no, que
pueden llegar a ser iguales -no hay mucha diferencia, pensaba-.
Y después de contarle mi llegada a Barcelona, le pregunté: “¿A
vos qué te parece lo de la migración?” y destacó estar asombrado por la forma en
que ha cambiado España desde que él se fue. “Entra demasiada gente y a veces es
gente que se mete en problemas muy fácil” me decía mientras veíamos a los
paquistaníes peleando y gritando. Y en ese momento le pedí que entráramos a una
tienda a comprar agua y nos atendieron dos vietnamitas que apenas hablaban español.
“¿Cómo sabes que son vietnamitas?” me pregunta y le señalo a Hochimin sobre un
estante “y el acento de los señores ya lo conozco”, le comenté.
Salimos del lugar en dirección nuevamente al barrio de
Gracia, y entonces agregó que no estaba en contra de la migración, pero que deberían
existir ciertos controles. Y por supuesto que ese comentario se puede ver en la
cara los catalanes ‘nativos’, los que solo hablan en ese idioma y no parece que
se relacionen con extranjeros. De hecho, no parece que se relacionen incluso
con otros y otras españolas y al final el tema por eso está presente en los
debates presidenciales donde el PSOE y Unidas Podemos, manifiestan más apertura
a los y las migrantes que el PP, Cs y no digamos a la posición de VOX.
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