Tegucigalpa
es la capital de Honduras desde 1880. Está dividida en dos ciudades, Tegucigalpa
y Comayagüela, que en 1937 fueron nombradas, en su conjunto, el “Distrito
Central”. Lo cierto, es que las personas en todo el país, a Tegucigalpa, de
cariño, le llamamos “Tegus”. En las notas oficiales o redacciones serias es
donde intelectuales aprovechan para llamarles el Distrito Central.
“Tegus”
está dividida en 892 barrios y colonias; 41 aldeas y 293
caseríos aproximadamente. Su población anda entre 1 millón 300 mil habitantes.
Y por estos últimos datos es donde iniciaremos. Tegucigalpa es una ciudad que
empezó a crecer en los últimos 50 años en expansión territorial y poblacional.
Cómo
todas las capitales del mundo, se formó combinando una población nativa con
migraciones de todas partes del país y otros que llegaron con fines de
explotación minera y laboral. Entre ellos: españoles, alemanes, palestinos, etc.
Esa
migración con fines de explotación, y por otro lado, con “aspiraciones
laborales” de parte de los explotados; generó a través de los años una dinámica
desigual y en muchos casos de rencor entre jefes y trabajadores.
Antes
de empezar a describir esta ciudad, inicio por aquí: En el último mes, tuve dos
visitas de mujeres europeas a las que les expliqué, desde mi experiencia de
vida, “¿Qué es Tegucigalpa?”. Una de ellas es belga, candidata a un doctorado
en Criminología. La otra, es trabajadora social en Suiza con mucha experiencia
en resolución de conflictos.
La
primera de ellas, está en este momento haciendo trabajo exploratorio de campo
para decidir en qué país le conviene desarrollar su estudio doctoral en “El
papel de las mujeres en las pandillas”. Sus opciones son Nicaragua, Honduras,
El Salvador o Guatemala.
Ella
tiene mucho afecto por Honduras, vivió en este país durante el golpe de Estado
del 2009 y sabe que hay mucho que estudiar. Pero sus asesores de tesis en
Bélgica le han dicho que es demasiado peligroso. Incluso le recomendaron, no
salir a pie por esta ciudad.
El
primer día que me encontré con ella, mi pregunta inicial fue: ¿Caminamos?,
alegre respondió: “Claro. ¡Por fin!”. Y nos fuimos caminando por las calles del
Barrio La Leona, bajando por “La cuesta Lempira” y llegando a Los Dolores.
Fuimos a almorzar a un restaurante vegetariano. Después, caminamos a buscar
libros a la librería “Guaymuras” siempre en el centro. Más tarde tomamos una
cerveza en “Café Paradiso”, le presenté a Óscar, uno de mis mejores amigos en
esta ciudad y que también ha estado trabajando el tema que ella busca doctorar.
Al
finalizar, ella necesitaba ir a comprar su boleto de bus rumbo a El Salvador.
Otra de sus prohibiciones en esta ciudad era “no tomar taxis de la calle”. La
rompimos. Paramos un taxi justo en “El Arbolito”, cerca de “Paradiso”,
preguntamos cuanto cobraba, negociamos y subimos. El taxista llevaba reggaetón
y mi compañera de viaje arrugó la cara.
Llegamos
a la empresa de buses, a salvo. Al finalizar la compra, yo debía ir a la
universidad y ella debía regresar a la casa en la que se estaba quedando. De
repente, pasó un taxi de confianza y solo cruzamos la calle. Yeovany, un buen
amigo la llevó de regreso.
Seguro
ella no sintió mucho esa tarde la violencia de la que se habla en los medios
nacionales e internacionales. Cuando tomábamos la cerveza en el café, le daba
mi teoría de ¿Por qué somos el país más violento del mundo?, una teoría que
va más allá de las estadísticas, o del militarismo. Por supuesto que tiene que
ver el militarismo, las malas decisiones de los gobiernos que hemos tenido,
pero el problema es mucho más profundo y muy, muy político, pero más que eso; cultural.
Tiene que ver con eso que describíamos arriba del rompimiento del
“tejido social”, las migraciones y la incomprensión que tenemos para con el
otro o la otra. Pero de eso vamos a hablar en otra ocasión.
Una
semana antes de “Semana Santa”, vino a Honduras, la trabajadora social de
Suiza. Hace dos años, tres personas hondureñas, estudiamos “Comunicación
Intercultural” con una fundación de su país. Ella era la persona responsable de
las 14 personas que en total participábamos allí. Y por supuesto, ella conocía
este país, desde nuestros ojos y nuestras palabras criticas hacía la forma de
gobierno que tenemos.
Pero
a la vez, ella conocía de Honduras por las pocas noticias que llegan a Suiza.
Por las estadísticas, por el análisis del Producto Interno Bruto y los estudios
internacionales de desigualdad.
Otra
de sus referencias era una página para viajeros, “Lonely Plantet”; la cual, en
su primer segmento sobre Honduras, tiene un texto que dice:
“El viajero quizá haya oído hablar del chico malo de Centroamérica, y hasta en los titulares, Honduras y el conflicto parecen ir de la
mano. A finales del 2009 cuando el ex presidente Manuel
Zelaya se exilió en Costa Rica, los turistas se fueron con
él. Evidentemente,
hay que extremar la prudencia, sobre todo en las grandes
ciudades... pero es hora de dar el paso y descubrir Honduras por
uno mismo.”
“Los turistas se fueron con él”; eventualmente, después del 2009, los
gobiernos de Micheletti, Porfirio Lobo, y Juan Orlando Hernández, iniciaron un
proceso de remilitarización. Las calles, hoy en día están llenas de diferentes
formas de policía y militares. Y muchas armas.
Generando a la vista del turista, de nosotros y nosotras que vivimos en
el país, sensaciones de incomodidad, paranoia, miedos y por ahí se puede
escribir otro articulo de los trastornos de salud mental que se han potenciado.
El país entero se transformó desde 2009, y eso impactó en el turismo y no se
puede ocultar con “promociones”, ni la “marca país”.
La primera noche, la suiza preguntó si esas cosas eran reales. Respondí
que sí. Lastimosamente somos el país más peligroso del mundo y eso no se mide únicamente con estadísticas. Tegucigalpa y el resto del país está
llena de gente buena, pero "así como hay gente buena, hay gente mala, muy mala por todos lados".
Tegus es una
ciudad para domadores de leones, o bestias; y de esos domadores solo existen
dos tipos: Los que doman por la fuerza y violencia, o los que aprendieron a
domar por medio de la palabra y el diálogo. De estos últimos existen muy pocos
por aquí, pero ella es de esas domadoras, así que; “vas a sobrevivir”, le
dije.
Una gran mayoría de las personas que vivimos aquí, llevamos mucha maldad
en nuestros corazones. Nos alegra que los demás estén mal. Y eso se ve reflejado desde las decisiones de un Presidente
(el que sea), en la desigualdad de los salarios; la forma en que una persona maneja un carro, o hasta el tipo de critica
en Facebook, o las personas que no hacen fila o cola en las estaciones del transporte público.
En general hay muchas razones para decir que somos malos, malas y corruptas. No nos respetamos ni el paso al caminar.
Tenemos muchas décadas reproduciendo violencias sin ser conscientes de ello, no
más, culpamos a las demás personas (también aquí saqué mi teoría sobre el
origen de la violencia y aquello del tejido social roto).
Al paso de unos días, la amiga suiza salía a la calle sola. Sabía por
donde ir y dijo que yo debía escribir para turistas que vienen a Honduras con
miedo y contarles mi versión de la ciudad.
De ahí surgió la idea de describir a Tegucigalpa en “Semana Santa”, sin
gente, y probablemente, sin tanta violencia. Estrené mi nueva libreta de notas y escribí esto:
7.4.2017
La semana santa, por lo general empieza con la bendición de los ramos el domingo previo. Pero el aire del feriado se empezó a sentir desde este
viernes. Muchas personas empezaron a viajar. Algunas de las terminales de buses
en Comayagüela estaban completamente llenas desde la tarde, hasta la noche. Fui
a dejar a mi mamá a las 7:00PM a un bus que viajaba al Occidente y no había espacio a menos que fuera de pie.
9.4.2017
Hoy es “Domingo de Ramos”,
hay muchas personas vendiendo la palma que se utiliza en la celebración. La Catedral de Tegucigalpa, ubicada en el Parque Central tiene
a mucha gente que viene a vender y hacer su
respectivo turismo religioso, pues es un ritual importante en la religión
católica.
A las 5:00pm, pasé por la iglesia “Los Dolores”. Era la misa de la tarde
y muchas personas estaban formadas afuera de la iglesia con su ramo en la mano.
Listos para recibir la bendición de un cura que tirará agua sobre todas esas
personas al entrar.
La ciudad aun tiene mucha gente, a pesar de ser domingo, las personas todavía se
mueven.
10.4.2017
Es lunes
santo. La noticia más importante de la zona (centro de la ciudad), es que en
el parque La Leona, quieren cortar los árboles. Las personas organizaron un
plantón. Agarré mi mochila, metí la cámara y mi libreta de notas, y aquí estoy.
Algunos de los comentarios que escuché durante la mañana fueron: “Si
cortan los árboles, le cortamos la cabeza a la estatua de Bonilla”. Esa estatua
es un símbolo del Partido Nacional, el partido político del actual alcalde
de la ciudad y, sobre todo, a quién se culpa del corte de los espacios verdes
de Tegucigalpa.
A las 3:00PM, habrá otro plantón en contra de la tala de los árboles.
Empezó a las 4:00PM el plantón en La Leona. Decidí que para esta semana
no entrevistaría a personas, simplemente estaría cerca de algunas fuentes que
podían generar comentarios importantes. En el parque, una persona se refería a
la situación de esta manera:
“Las cuestiones de patrimonio suelen ser siempre de este tipo. En mi
barrio, mi mamá una vez se unió a un grupo donde los ricos querían construir.
Pero pasaba porque habían más reclamos de historia, de simbolismos, como esos árboles.
Por eso pasa esto aquí y no en Comayagüela. Los pobres no tienen patrimonio.”
41 arboles estaban señalados con un “OK”. Un señor de apellido Barahona,
decía a vos fuerte que él, indignado en la mañana, se acercó y con un spray,
les puso un “NO”.
Lo curioso de esta actividad, era la forma en que se manejó la
información con los medios de comunicación que llegaron. Un grupo de personas,
llamado “patronato”, era el que decidía quien hablaba con los periodistas que
se acercaban.
Para mi fue sorprendente cuando, un ex compañero de la universidad, que
ahora hace su practica laboral en TV Azteca, llegó al lugar, se acercó, me
saludó y preguntó que cosas estaban pasando. De repente, un señor del patronato
interrumpió bruscamente, diciéndole al periodista a quién “tenía” que entrevistar.
Señaló a una señora de lentes y dijo: “Ella es la única persona a la que vas a
entrevistar. Esto se armo sin nada y sin nadie más que con el patronato”.
El señor se fue, y el periodista y yo nos vimos a los ojos, asustados. A
mi me indignó lo que pasó porque si no hubiera visto la publicación que hizo Mayra,
una poeta que vive en La Leona, yo no me hubiese dado cuenta y mucho menos
asistido al plantón. Dije eso al ex compañero de la Escuela de Periodismo. Le
pregunté si le interesaba tener otras fuentes además de la señora y dijo que
sí. Era necesario. Se fue, entrevistó a Mayra y luego a la señora del
patronato.
Aparentemente, el conflicto fue resuelto, no tocaran ningún árbol, y se
realizaran, a partir de ahora, más actividades artístico-culturales en el
parque. La comunidad se la paso bien esta tarde.
Yo me fui a mi casa, era hora de escribir.
11.4.2017
“Martes Santo”. Los alrededores
del centro aún tenían mucha gente. En el Parque Central había gente bailando, había
fiesta. A eso de las 4:50PM, ya se veía la llegada del mercado ambulante
–Persa- que se instala todas las noches en el paseo Liquidámbar.
Al centro de Tegus, todavía no se le nota la partida de su gente. Las
personas, por lo general trabajan hasta el medio día del Miércoles Santo.
“¿Valdrá la pena escribir sobre esto?”, me pregunté esté día con algo de indecisión.
12.4.2017
“Miércoles
Santo”. Seguía a la expectativa de ver la reducción del flujo de personas en la
calle. Salí más tarde, a las 3:00PM. Efectivamente, había menos gente en los
alrededores del centro.
Si hay algo que anuncie la soledad de la ciudad, es el
cierre temprano de pulperías, tiendas y restaurantes, sobre todo, los “Chinos”.
El famoso Cantón Chino, ya estaba cerrado.
Pero, a pesar de que mi muestra consideraba casi de manera exclusiva, el
centro de Tegucigalpa porque es el corazón de todos los barrios y colonias; pensaba
que debería ir a otras zonas de la ciudad.
Y lo hice, fui a un centro comercial cerca del aeropuerto. Estaba vacío.
Sí, la ciudad se está quedando sola, con sus sombras.
13.4.2017
“Jueves
Santo”. Cambié la ruta, salí de Tiloarque; el barrio donde crecí. Bajé
caminando al bulevar de las Fuerzas Armadas (FFAA). Este bulevar, durante las semanas
normales, siempre tiene un flujo de tráfico muy fuerte, muchos estudiantes van
al Instituto Central “Vicente Cáceres” –el de mayor población estudiantil en el
país-. Dónde estudiaba Soad Nicole, asesinada en abril del 2015; igual que
muchos otros y otras de sus estudiantes.
No había más que un rapidito (bus) en la estación de transporte público.
El camino a La Granja estaba desolado. Muy pocos carros en movimiento.
Al llegar al “Seguro” de la Granja (I.H.S.S.), decidí esperar un taxi colectivo
bajo el puente peatonal.
Al estar bajo el puente, observe que otro puente a desnivel que servía
para descongestionar el tráfico de la zona, pasaba justo encima del puente
peatonal. "¿Cómo va a usar la gente ese puente así?", me pregunté.
Me pareció una
falta de respeto a las personas, que por lo general, quienes lo usan, son
mujeres, adultos mayores, niñas y niños.
¡Qué desconsideración!, pensé. Tomé un par de fotos, y bajé.
Justo se acercó un taxi con la referencia del Punto de Taxis de Las
Torres “(PTT”); abrí la puerta, metí mi mochila y me sentí tranquilamente. Vi al
señor que manejaba y le sonreí como siempre sonrío. “Qué vacía está la ciudad”,
le dije.
El señor sonrió y dijo: “está como debe de estar siempre; tranquila.
Mire, nosotros que andamos en taxi no estamos ganando casi nada, pero solo
andar en la ciudad sin molestias, sin tráfico ya es un pago. Ojalá que la gente
no vuelva, que se queden unas semanas en fiesta.” Me reí y sus palabras me
dejaron pensando en: “¿Realmente es la gente que sale de
Tegucigalpa en Semana Santa, quienes le dan la mala fama?”.
Luce tan
tranquila la ciudad.
Así que, al menos al espacio físico no podemos culpar de la “violencia”.
Aquí solo hay sombras de los pocos árboles que quedan, sombras de los
semáforos, de los edificios, de casas y de algunas personas, animales y “monstruos”
que apenas se ven.
El taxi colectivo me dejó justo en frente del Parque Central. En ese
lugar siempre hay muchos rapiditos haciendo fila, esperando que se llenen de
personas, esta vez, habían, sí, pero muy, muy pocos. El centro está mucho más
vacío. Al ver hacía arriba, en dirección hacía la Catedral, la calle que
conduce a una de las pulperías y panaderías más famosas y viejas de la zona,
“Chinda Díaz”; pude observar que toda esa Avenida “Cervantes”, estaba cerrada.
Mañana viernes, esa será la calle con las alfombras de aserrín que adornan el
centro todos los años. Habrá que venir. Por hoy, solo hay líneas en el
pavimento.
La “peatonal” estaba vacía, muy vacía. Bastantes tiendas cerradas, pero
eso sí, las cantinas todavía estaban abiertas.
14.4.2017
Viernes
Santo, día del “Vía crucis. Es un ritual católico donde se ejemplifica
mediante actuación la forma en que Jesús fue crucificado.
Quizá la mayor parte de la gente que se quedó en Tegucigalpa estaba en
las calles. Pero aún así, no debe ser ni siquiera la tercera parte de la población.
Hacen falta rituales en esta ciudad. Hacen falta dinámicas afectivas, y,
aunque suene mal, hace falta tomarse más fotos sonriendo en la calle, solos,
solas (selfies), o fotos en grupo. Dan una linda sensación esas cosas. Al menos
así se veía la gente que se las tomaba ese día en la calle.
16.4.2017
“Domingo
de Resurrección”. La gente está publicando en Facebook, su
incomodidad con regresar a Tegucigalpa, otras, ponen que a pesar de todo, está
ciudad tiene algo que siempre agrada para volver. La amiga de Suiza me
escribió, diciendo que extrañaba Tegus, también. Lo cierto es que ya se
escuchan muchos más carros.
Ya vino la gente.
17.4.2017
“Lunes
después de SS”. La empresa privada y pública ya está trabajando,
pero aún no hay clases en la universidad porque se da un día más para las
personas que regresan de otras ciudades y pueblos, por lo complicado del
transporte. Pasé a la iglesia “Los Dolores”, quería ver si había gente en la
misa de las 5:00PM, y no, definitivamente las personas que estuvieron la semana
pasada en las actividades religiosas, ya no están.
Para ir cerrando, es necesario comentar que la tarde de este lunes fui a
tomar un café con una persona que se vino a estudiar a Tegus en enero de este
año. Me interesaba mucho saber cómo ve ella esta ciudad. Vivió antes en San
Pedro Sula, me contó que allá sentía que todo quedaba cerca. Había más orden.
Pero sobre todo, le quedaba más cerca para visitar a su familia que es de
Puerto Cortés.
Desde aquí, ahora le toca pensar en 6 horas de viaje mínimo. Hablamos
mucho tiempo, y todas las cosas que decía, me recordaban a una palabra que mencionaba
al inicio de esta historia: “ruptura del tejido social”. No vemos eso, y eso, a
las personas que vienen a la capital de Honduras, les genera un cambio drástico
en la forma de percibir el mundo.
También mencionó, que, jamás había tenido la sensación que tiene aquí.
Nunca se había sentido tan sola en un lugar como la sensación de soledad que
empezó a tener cuando llegó. A mi me pasaron por la cabeza un montón de
emociones similares y le dije; “es que en Tegucigalpa, siempre estamos solos, y
lo peor de todo, es que la gente no sabe como estar con otras personas, así
que, “bienvenida”.
Justo después de eso, se vino la primera tormenta del año con truenos y
mucha, mucho agua que me acompañó hasta llegar a mi casa.
Poesía de Roberto Sosa
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Tegucigalpa,
Tegucigalpa, duro nombre que fluye dulce sólo en los labios. Tegucigalpa — Caligramas |
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