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Tres meses en China, son como tres meses en ácido si no queremos entender las diferencias culturales.


Muralla China, finales del invierno 2017-2018.
Pekín.- Las flores de la primavera ya se están cayendo, ahora hay otras que me resultan familiares; las del verano recordándome que han pasado treses meses y dos estaciones desde que llegué a China.

Cuando Horus me preguntó por la Muralla China, le conté la razón por la que fue construida y me dijo: "simón, qué loco sería una historia de eso, así con su escritura style". Pero para eso tienen que leer todo mi diario, por ahora cuento con algunas fotos del primer mes en este país:

Para llegar a Beijing, pasé por Panamá y Alemania: literalmente tenía que cruzar el mundo.

12.2.2018_4:45PM: Tocumen es un puerto aéreo con muchas diferencias en comparación a Toncontín.

Allá (Toncontín), por ejemplo, es muy difícil ver la diversidad. La mayoría de la gente que viaja es o son empresarios; los empresarios con traje o sin traje, se ven físicamente igual. Igual que los militares con uniforme o sin él. Uno es capaz de identificarles fácilmente.

Lo primero que vi al llegar a Panamá fue a un grupo de judíos sefarditas, esos que en Honduras solo se ven en NATGEO.

Después empecé a ver gente blanca, negra, roja, amarilla, azul, rosada, verde, más blanca y más negra. Los blancos y blancas andan en calzoneta y en grupos pequeños o parejas de mujeres y hombres.

Los negros andan en grupos grandes, otros en parejas, con uniformes de policías de migración, estos no se ven como las parejas blancas que se abrazan. Se ven más distantes del otro, de sus compañeros.

En los altavoces llaman a la gente en español con acento panameño, en portugués, inglés y alemán. Los letreros, muchos están escritos en español, inglés y portugués.

La gente se ve menos militar, más empresarios y hay más diversidad no solo visualmente, sino lingüísticamente. Aquí ya no se habla solo en español o inglés.

El aeropuerto tiene unas 24 puertas de embarque, cada una va a un lugar diferente de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa; A cada media hora, una hora o cada dos horas, alguien se va para siempre.

Si usted se para o se sienta frente al vuelo de alguno de los países a donde van los aviones, puede observar y obtener una muestra de cómo es la gente en los otros países.

También, usted puede escuchar la diversidad de acentos; la cual, en Honduras, prácticamente no existe porque la cultura dominante es hostil y no tolera las diferencias, mucho menos en el aeropuerto.

Frankfurt Airport, Alemania; la mitad del viaje a la esquina o los inicios del mundo.
13.2.2018_12:46PM (Alemania): El Aeropuerto Internacional de Frankfurt, es inmenso.

En los altavoces del avión hablaban en este orden: alemán, francés, inglés y un poquito de español. Los mensajes son o parecen más largos en los otros idiomas, en español son muy cortas las oraciones y por ende los mensajes. O era yo que me estaba alejando.

Lo primero que veía desde la ventana del aeropuerto era la diversidad de aerolíneas; aviones de Qatar, Egipto, Canadá, EEUU, Alemania, Turquía, Croacia, Holanda, China, Nueva Delhi.

Mi vuelo se aborda en la puerta Z69, es la última, no hay más; es la esquina del aeropuerto, así como para nosotros, Asía parece la esquina del mundo, o quizá el inicio. La "Z", también es la última letra de nuestros abecedarios.

En la sala de abordaje no hay tanta diversidad, o si la hay –más creo esto-, no soy capaz de reconocerla. Veo asiáticos, pero no les puedo describir o diferenciar.

En los altavoces ya no se habla español, solo alemán, inglés y en esta puerta Z69 le agregan el chino.

En los pasillos hay anuncios sobre Asia, la música ambiental también es completamente oriental.

Llegada a Beijing el 14 de febrero.

14.2.2018_ 2:43AM de Beijing. A veces, para entender 'qué tan lejos nos vamos', lo podemos medir con/escuchando cuánta gente habla nuestra 'lengua materna'.

Lengua materna es la que nuestras mamás nos enseñaron, otros le dicen “idioma nativo”.

Cuanto menos personas lo hablan, menos o más independientes podemos ser, dependerá de nuestra resiliencia. Eso quiere decir que aunque no vayamos a China, pero si tratamos de entender algo que no entendíamos, ya estamos en el camino para “hablar otros idiomas”.

Primera vez en la estación del metro en Beijing.
La primera sensación que tuve al caminar por el aeropuerto desde la puerta de embarque hasta migración, era sobre mi apariencia, me veían mucho. Nadie se veía 'más raro' que yo en ese vuelo. La mayoría de la gente era similar-creo-, a diferencia de los europeos del Este, que a fin de cuentas, se veían blancos.

Los pasillos tenían muchas pantallitas, lo primero que pensé era que estaba en un gran casino. Era inmenso el aeropuerto, para mi suerte era feriado y no había mucha gente.

Primera vez en el metro,
todas las personas veían las pantallas de sus celulares.

El metro es subterráneo y cruza toda la ciudad de esa manera.
Una vez conté al menos siete pisos bajo tierra. 

Salida del metro en Xinjiekou, y primer contacto real con la ciudad, el clima; el suelo.
Desde la puerta Z69 en Alemania, ya nadie hablaba español, desde entonces, las pocas interacciones que tuve fueron en inglés, la verdad muy pocas, prácticamente en las 9 horas de vuelo, mis mejores amigos fueron los aeromozos, uno gordito que atendía y un par de mujeres alemanas, y el resto de la tripulación de ese vuelo era de personas asiáticas. No hablé con nadie más que con el hombre gordito que me daba alcohol cada vez que me quería quedar dormido.

Todos los edificios tenían banderas de China, eran los días del Año Nuevo. Con el paso de los días, hablar en español estaba totalmente "fuera de lugar".
En Beijing, una ciudad con 21,500millones de habitantes, hablar en español solo servía para llamar la atención.

Los únicos hombres que pude ver ese primer día con barba, eran blancos, muy blancos de países como Rusia, Estados Unidos o Australia, pero ninguno con 'piel oscura' como la mía. Además, la mayoría de las personas con pelo colocho en el tren, eran señoras que quizá se hicieron la permanente.
Lo siguiente en llamar mi atención fue la cantidad de centros comerciales, la mayoría de los edificios que alcancé a ver en los primeros días, tenían por dentro centenares de tiendas de todo tipo.

La primera zona a la que fui, era en los alrededores de la Línea 1 del metro. Xidan es una zona de centros comerciales. El 11 de febrero, uno de esos fue el escenario en donde un hombre acuchilló a 13 personas, de las cuales una mujer murió rumbo al hospital. Según informaron los medios locales, las razones del acto cometido por el hombre, eran "agravios personales", pero al consultar con las personas que leen otras noticias aquí, comentaban que el hombre mencionó estar "insatisfecho con la sociedad".

Si no viniera de Honduras, seguramente esa noticia hubiese sido un terrible trauma, pero en este caso, comprobaba que las cosas andan mal en todo el mundo y que mi teoría de la locura alrededor del mundo, es real. "Va a ser una buena estancia", pensaba.

Y bueno, con los pies ya puestos en China, había que tomar más fotos:

Si le da play, puede ver a los alacranes haciendo Tai-chi.
Entrada al mercado Wangfuging, dónde se desayunan alacranes.
Yo sé que los dulces no son el atractivo de mis últimas palabras,
pero también se puede desayunar fruta caramelizada.
Y aquí llegan los alacranes, todavía vivos.

Y ferias que atraían a personas; en serio, ¡un montón de personas!

Aquí iba a empezar a analizar la diversidad de fisionomías asiáticas.


Algo de lo que no he mencionado mucho, es que llegué a China junto a su Año Nuevo, por lo que había celebraciones por todas partes, igual que lagos y ríos congelados por toda la ciudad.

Lo siguiente que fui capaz de ver este día fue la diversidad en los asiáticos, ¿recuerdan aquella crisis en el aeropuerto en Alemania?; de no ser capaz de diferenciar a los asiáticos, pues, este día alcancé a ver esas diferencias por primera vez.

Puedo decir que la diferencia está en la piel, habían personas con los ojos achinados, pero con piel más trigueña. Sus caras son diferentes "a los chinos" que había visto antes en Honduras o en el metro. Cuando intenté adivinar sus lugares de origen, me imaginaba que las caras que veía eran quizá de Pakistán, Kazajistán, o esos países más de Oriente Medio, que no son árabes ya, sino, más parecidos a los rusos del Sur Oriente y los chinos del Occidente de su país.

Esas caras diferentes jamás las vi antes en mi vida. Únicamente en las noticias que leí de las guerras de esos países donde posiblemente esos señores han de tener familias lejanas.

La mayoría de los lugares por los que pasaba al inicio me parecían una postal. Esta es la abertura de un portón, me acerqué y pensé que era para una foto.
Simultáneamente a los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur, encontré una estrella luciéndose en Beijing.
Claro, había algo que aunque no entendía por completo, al menos podía interpretarlo, hablo de arte. Ningún país, pueblo o ciudad puede existir sin la creación o la intervención de sus espacios, Beijing tiene destinada una zona a la que se le llama: "798 Art District".

Desde la entrada se pueden empezar a leer imágenes.
Un par de pasos más había una exposición de arte tibetano en metal.
Otra vez estaba en medio de una locura.
"I will never follow my dad: Nunca voy a seguir a mi papá".
Y bueno, "sólo hay un líder", dice Daddy Yankee; y es unx mismx.
Pobres dinosaurios, pero #NoBodyCaresAboutChicken.


En ese momento no me quedaba claro si eso era parte de algún performance, pero en primavera lo comprobé.

En fin, era feriado y yo no entendía dónde estaba todavía.


Las siguientes visitas fueron a lugares con mucha historia. El primero fue el Templo del Cielo, construido hace casi seis siglos con el fin de encomendar en primavera y agradecer en otoño, precisamente al cielo por las cosechas de las dinastías de este país.
Otra vez dije: "¡Qué loquera!".
En China las personas no creen en las mismas religiones que conocemos en Honduras, la mayoría de sus creencias son politeístas. Sólo el 1% de sus 1300 millones de habitantes es cristiano-católico.
La mayoría de los templos están cubiertos con oro.

Y la luz del atardecer es perfecta para que las fotos parezcan postales
Y algo de lo que todavía no hablé; los baños públicos en China (de esto hay más información luego):


La cereza en el pastel de estas fotos será, por supuesto, la Muralla China. Para llegar hasta ella había que hacer un montón de 'maromas', buscar la ruta del bus, negociar en chino con chinos, y por supuesto, toca hacer amigos en el camino.

Vale la pena decir que salir de Beijing es placentero, como debe ser placentero siempre salir de las grandes ciudades a los pequeños pueblos.


Pero las imágenes de la salida de Beijing no eran muy lindas. La verdad no se veía mucha forestación, y los árboles que se podían ver desde la ventana del bus estaban ‘pelones’ por el invierno. A lo lejos, cuando entrábamos en algún condado o pequeño pueblo, siempre se podía ver una inmensa chimenea industrial expulsando grandes cantidades de humo. O la imagen que más me dolió fue cuando pasamos por una zona llena de árboles y en sus ramas colgaban muchas bolsas de plástico que hacían un movimiento similar al que hacen las hojas siendo sacudidas en medio de un ventorrón, el viento las había dejado allí.

Eso, o eran un performance de un artista plástico. Aunque lo dudo.

En pocas palabras, la Muralla China se construyó para que las dinastías se protegieran de los ataques de los Mongoles, quienes también en su momento fueron el imperio más grande del mundo.
La Muralla China es un monumento del cual se enorgullecen en este país, las personas no paran de tomarse fotos y con mucha razón, caminar por allí genera una sensación increíble.
En esa dirección queda el desierto de Mongolia.
Todo ese trayecto lo hice pensando en que lo único que espero es que en 100 o 200 años, el "Muro de Trump" no sea un lugar turístico donde la historia lo recuerde cómo: "el monumento que sirvió para detener a los latinos".


En esta foto yo me preguntaba lo mismo que usted se ha de estar preguntando: "¿Qué putas hace Luis en China?"
Y entre tantas respuestas que he encontrado aquí, le puedo asegurar que "vine a escribir".

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