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HK Episodio 5: Hong Kong y sus esquinas prohibidas; "mí último recuerdo".




Koowlon.- Encontré el baño justo enfrente del Flower Market.

Literalmente miles de flores adornaban mi camino hasta el primer baño de dos pisos que vi en mi vida. Las gradas debían tener algún problema con la gravedad porque se sentía igual de pesada que las gradas de la Muralla China.

Subí, entré en una cabina. Cerré, me quité el buzo. Los baños son iguales que en Beijing, hay que agacharse. Oriné sin ropa, voltié y vi un comic en la pared.



Al fijarme en ese, vi el resto de las paredes y en ellas habían más dibujos de hombres haciendo sexo oral a hombres y luego mensajes en chino que por obvias razones yo no entendía, pero el mensaje se cerraba con un número de teléfono.

“Se liga igual que en Plaza Miraflores”, pensé mientras me ponía la calzoneta y sin verme en el espejo; me fui.

Justo al salir del baño recibí mis primeros coqueteos por hombres en Hong Kong. Me reí. Pero lo primero que hice fue relacionar las flores del mercado, “la zona”, pensé y le sume los dibujos del baño.

Mientras caminaba pude verme en el reflejo de una vitrina. La calzoneta me quedaba pequeña y apretada. No era ni la zona ni los dibujos del baño; "era yo".

Igual seguí caminando pero de repente el sol empezaba a bajar. Eran las cuatro de la tarde. Quería al menos ver el atardecer del otro lado de la isla.

Para ello decidí cruzar los mercados nuevamente en una línea recta.

Crucé el primero y de repente un arco me daba la bienvenida al Ladies Market, que para esta hora si estaba funcionando.



Hong Kong de noche

Poco a poco se veía el atardecer cayendo sobre los negocios del mercado. “Calculé mal”, en Beijing pasa por estos días (marzo) entre las seis y las siete de la tarde o noche.

Eso, quizá porque está más al norte y en el norte, después del Solsticio de Invierno hay más luz de día hasta que se empieza a marcar el otoño.

En la línea del ecuador esa diferencia de la luz del sol es menos evidente. En HK, por supuesto, estamos cerca de esa línea y del Trópico.

Con todo eso quiero decir que ya no alcanzaba la playa, pero tenía kilómetros de mercado para ver. Y así fue.

En algún momento llegué a la orilla del mismo templo budista de la mañana. Afuera había una cantidad grande de pequeños kioskos como los de una feria. Me acerqué con mucha curiosidad. Cada puesto tenía un rótulo, era una línea entera de mujeres que leían las cartas. El Tarot.

Uno de los anuncios decía que también lo leían en inglés. Me detuve. Lo pensé y al ver la fila decidí que mejor me iba.

Un dato curioso es que la única de las tienditas con personas haciendo fila, tenía por lo menos unas 10 mujeres sentadas esperando su turno.

Pasando todas esas tiendas, debía tomar otra decisión; la de hacía donde ir. Seguí otro pasillo en el que ya estaban levantando la mercadería.

En esta ocasión, un látigo me llamó poderosamente la atención. Me acerqué, el dueño trato de decirme algo en chino, pero ni el me entendía a mí y mucho menos yo a él. Me quedé perdido mirando lo que vendía mientras las calles se empezaban a poner oscuras.



Una de las imágenes de su mercadería tenía la cabeza de una mujer blanca, rubia, los ojos azules con un bozal. La siguiente imagen era un disfraz de Gatubela con las nalgas de fuera y una de ellas con la marca de una mano que reflejaba una nalgada.

Otra mujer tenía las manos amarradas y así otros tipos de collares y esposas para mujeres.

Tomé un par de fotos y me fui. Nuevamente el señor intentaba decirme algo que yo no entendía.

Una cuadra después estaba frente a otro mercado, otro arco chino recibiendo turistas. Entré, pero esta vez fijándome en lo que no había prestado mucha atención, en las tiendas tras los puestos de venta.


“En esas había encontrado cosas baratas en la tarde”, me dije cuando tomé esa decisión.

Habré avanzado unos 100 metros cuando empecé a ver tiendas de DVD’s tras los puestos para turistas.

Las primeras, definitivamente no me impresionaron tanto ni llamaron mi atención, eran pequeñas, iguales que las tiendas de piratería en cualquier mercado al que fui antes en Centro América.

Pero al ver una llena de luces y de anuncios que no podía leer; pensé en que podía ser interesante buscar una película china o asiática, “un buen recuerdo, algo que en 'mi barrio' no hayamos visto, pero que aquí sea una película de culto”.

Entré curioso a un pasillo con películas en los dos extremos. Empecé por el de la derecha. Todas decían: “Blueray”.

En ese sector estaban las nominadas a los Óscar, entre ellas estaba la que vi en el avión sobre la vida de Billy Jean, “esa es buena”, pensaba.

Luego, las demás eran películas chinas o asiáticas. En ese momento pensé que el siguiente paso era preguntar a alguno de los hombres de la tienda (dos) si me podían recomendar alguna y justo en ese momento empezaron a hablar entre ellos.

Tampoco les entendía mucho, pero parecían estar peleando, parecían molestos o peleando entre ellos.

Cambié de extremo y decidí esperar a que dejaran de hablar para volver a preguntarles.

En el extremo izquierdo, todas las películas eran en chino y parecían de guerra. En general no me gustan mucho esas y rápido descubrí que al fondo, entre el lado derecho y el izquierdo; había otro estante de películas y las seguí con las vista desde mi extremo izquierdo.

Sobre el estante del centro había dos rollos de papel higiénico con su respectivo letrero que tampoco entendía.

De pronto vi salir de una puerta en la esquina entre el centro y la derecha; a un señor que se hizo parte en la discusión de los dos hombres en la entrada. Todos parecían molestos.

“Yo aproveché”, lo ‘entretenidos’ que estaban y entre o crucé la puerta de esa esquina oscura. Di un paso y al inicio me pareció normal. “Más películas”, dije indiferente.

Para mi sorpresa, al levantar la mirada, tenía una cámara de vigilancia apuntándome directamente a la cara y con la luz roja de “REC” encendida.

Me pareció raro y voltee mi cuello a la izquierda, lo primero que vi fue a una mujer china con un traje de seda azul en una cajita de DVD’s. La siguiente cajita tenía a otra mujer desnudándose frente a una cámara.

¡Pornografía!

Por supuesto, no significa que nunca antes haya visto. Claro que si, lo que me asustó terriblemente era que no esperaba eso.

Seguro que se notaba mi cara de susto. En el pequeño cuarto había más hombres, todos me veían y reían. Todos eran hombres entre 45 a 70 años.

Al fondo había todavía otro cuarto; un señor pasó con un rollito de papel higiénico y terminé entendiéndolo todo.

Evité salir de un solo. “Eso debe ser una mafia”, pensé.

Volví al primer pasillo y pedí nuevamente una recomendación de película china. De manera cortante respondieron: “No English”.

Acepté el tono como una invitación amable a salir de allí. Regresé a mí camino, pero no pasaron ni cinco minutos cuando frente de otra tienda de DVD’s.

Y sí, entré. En esta ocasión la tienda entera era de pornografía. No había que esconderse ni fingir demencia esta vez.

Ahora iba cajita por cajita. Quería ver emociones en las portadas. Algo iba a leer en las expresiones de las mujeres, en las poses, en los diseños.

La conclusión: Había varias secciones y distribuidas por edades, color de piel y disfraces. No se veían mayores de 30 años. Las más jovencitas estaban en, o empezaban sus poses en un sofá y la decoración parecía tan básica como la de un hotel. En general, las locaciones parecían en varios hoteles.

En la imagen atrás de las cajitas (contraportada), la mujer tenía menos ropa. Posaba para la cámara, pero sus caras lamentablemente no atraían sexualmente. Y no me refiero que las mujeres eran feas, sino, a que el trabajo sexual era evidentemente forzado.

En fin, al menos para mi no era atractivo.

Me pasé viendo las cajitas una por una y después de un rato sentí que podría ser mala señal no comprar algo. Luego vi a mis lados, todos los señores tenían al menos dos o tres en sus manos.

Me conflictué porque ese lugar tenía más cámaras que el anterior. A pesar de ser una decisión políticamente incorrecta, creí que lo mejor sería comprar una.

El reto fue encontrar una en la que la mujer pareciera realmente conforme con lo que hacía. Y aunque parezca mentira, encontré una.

10HKD por una experiencia bastante rara. “Es un buen souvenir para alguno de mis amigos en Honduras”, cerré y me fui.



Comentarios

  1. Excelente, me gustaron todas tus notas, te felicito Luis seguí así, un abrazo a la distancia. Quede con ganas de seguir leyendo

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